¿Cuánto cuesta una sonrisa?
Aun siendo gratis y hechas para ser regaladas al sentir la sensación que las provoque,
qué caras son a veces cuando añoras quien te las pone.
Te las pone vestidas de ilusión y suaves como el roce de un rayo de luz...
que desborde tu imaginación.
Adornadas por el susurro de su voz
o la tranquilidad de un suspiro compartido por dos.
Y sí, te las ponen;
en el regreso de una mirada deseosa de encuentro...
te las pintan;
en el destello de querer un forcejeo de risa...
te las amplíen;
haciéndole un guiño a una anécdota escurridiza en el tiempo...
te las marcan;
cuando la fuerzan débilmente en una segunda pasada,
reconociéndose las primeras cosquillas esperadas...
se te cruzan;
en la mutualidad muda, arrodillándose para escribirlas eternas
en un beso imborrable...
te las bordan;
desbordando explosiones...
te las graban.
Y sí, para siempre...
proyectándolas efímeras al hacerlas conscientes
en tu mente y en tu corazón condescendientes...
te las brinda... para que con su arte en tu alma
se te embarquen, en el recorrido de la distancia...
Sufraguen la personificación de la felicidad,
sobre los labios que atañen,
voluntad innata adivinan
la sorpresa en tus ojos que disipa,
efervescente el impulso que las motivó
en la amabilidad de su recreo...
amplificando tus mejillas
cual curvatura del tiempo distraída.
Mgig
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