Cierra los ojos y bésame... El mundo sigue girando, no nos vamos a caer.
Desnúdame lento entre tus manos, la pasión me vestirá.
En el revelado de la vida las pinzas saltan ante la acción que la carazteriza.
Entre tu boca y la mía un ratito de filosofía.
Despiértame en tu sueños y me haré realidad.
La caricia es una extensión del alma queriendo expresar lo que la mente calla y el corazón delata. La suavidad es cómplice del vínculo que ata.
Rosa brillante/ sonrien sus pétalos/ el sol se posa.
Alzheimer: en la sombra del olvido dejó su voz en silencio, el recuerdo no le escuchó.
Una palabra puede cambiar el curso de la historia, mientras una lágrima de luz baña el sentimiento que la sostiene.
En este loco mundo de las letras, lo difícil es que nos lean, y esa precisamente, debe de ser nuestra predilecta pretensión.
Paz, horizonte incierto, utopía empecinada que se escapa en cada instante. Por qué el ser no sabe de ti saciarse...
El estímulo por la lectura debe crearse en estadios placenteros; beneficioso es el cuento en la entrada del sueño.
En cada esencia del saber nace la semilla de la duda.
Ese tiempo decisivo entre miradas que se precipita al beso: deseo.
La inocencia es ese tesoro que nos abre la puerta de la curiosidad.
La potencia de la palabra es el entendimiento de la misma, vocablos que suscitan exquisitez de su retórica.
En el abismo de la incertidumbre se mece la cuerda floja de la realidad.
Buscamos rehacernos en cada idea que nos inunda para atestiguar lo que somos.
El ocaso se rinde al horizonte, mientras el mar sobrepasa su linde desbocado en su aventura.
En un pestañeo de salitre se degusta el infinito de tus mareas.
¿Cuántos silencios callan una mirada perdida?
En el ocaso de tus ojos se mecen los sueños de un nuevo día.
Cada reflexión es el fruto de una duda certera.
Difícil sobrevivir a la primera mirada que te viste, y qué fácil dejar morir el intento indiferente de la última en un adiós, que ya no la ilumina.
En la sensibilidad empatizas con el mundo.
Los alfileres de tu ropa sostienen los secretos de tu piel, el viento agita su fragancia sembrando un jardín de deseos.
Nos reinventamos a cada segundo que la rutina nos colapsa.
Escribiremos notas en un pentagrama para que se mezclen con los versos y se intercambien el alma.
Poema de cenizas que aún persistes en el tiempo marcado por el fuego que te vio crecer: el amor de la niñez.
La vida es un continuo desgaste de felicidad que no percibimos por esperarla con intensidad.
Las letras se adueñan de nuestros pensamientos y ellos se desatan en manantial caligráfico.
La curiosa inspiración de un pensamiento respira luz en la innata plasticidad de nuestro cerebro, practicar a diario la escritura o la lectura son de los mejores motores para la voluntad, la felicidad y el sociego.
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