En la escritura cotidiana, la novela principal es el agua necesaria que nos sustenta los días.
Siempre debe de estar acompañada de suculentos poemas que originen la sed precisa. Amortiguadores de la estrepitosa imaginación interior rompen su notoria rutina, al crear una diversidad de ejemplares. Crecen alimentados unos por otros en los bosques de literatura, que se crean en sí misma, creyéndose digna, cual copa del árbol que al ser alimentado de luz, se yergue por conseguir rozar el cielo.
Mgig
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